Una máquina de generar y generar (RESUMEN)
Independiente del Valle ya saboreó el dulce de la gloria deportiva internacional
La Copa Sudamericana 2019 se convirtió en el gran premio a una industria llamada Independiente del Valle. Ha entrado en la historia de los pocos pero bien logrados hitos del deporte nacional, no sólo en lo futbolístico. Y este año se convirtió en la cereza en el pastel de un equipo que ha trabajo, especialmente, en generar.
Un correcto scout deportivo, un sistema de educación y tratamiento de talentos futbolísticos, forman parte de la fábrica en la que el Negriazul de Sangolquí se ha convertido, siempre favorecido, para estos aspectos, por una nula hinchada que definitivamente los libera de las presiones de la competitividad.
Es así que el equipo, ahora campeón continental, básicamente se convirtió en una máquina generadora de talentos y recursos financieros que pusieron a la empresa en lo alto de la bolsa de valores. Jugadores, de todos los colores y sabores, en todas las posiciones y con distintas cualidades, han sido exportados por esta institución al mercado internacional; lo cual se ve reflejado en cifras.
Su primera generación dorada, de esas que por lo general aparecen poco en los equipos tradicionales, ya los puso en una final de Copa Libertadores, pero la segunda, focalizada casi de inmediato, les permitió conquistar la Copa Sudamericana.
La visión estrictamente empresarial se ha visto robustecida por la capacidad de aprender de los errores y de dar giros inesperados de timonel. Parte importante del pasado y del exitoso futuro tuvo que ver con la mentalidad, y la llegada de Ismael Rescalvo, posteriormente reforzada con el ascenso de Miguel Ángel Ramírez, permitió que los jóvenes del equipo entren en una dinámica psicológica y mental impresionante; al punto de mostrarse como una banda de experimentados futbolistas profesionales.
La máquina Independiente del Valle ya no sólo es productora de jugadores y de dinero, sino que ahora parece haber encontrado la fórmula para dar vueltas olímpicas. Si su estructura se mantiene, el techo de este nobel club ecuatoriano parece lejos de verse; en los podios de las competiciones en las que participe.
¡Una máquina, valga la redundancia!